domingo, 27 de marzo de 2011

“Curiosidades sexuales en el Haren”


Curiosidades sexuales


Entre los tre-ba del Tibet, todos los hijos del mismo padre compartían una única esposa. Así
que sólo celebraban una boda por familia en cada generación.
Las mujeres de Nápoles salían desnudas a la azotea de sus casas, con la esperanza de que la
Luna les hiciera aumentar el tamaño de los senos.
El vello corporal se considera tan obsceno en Japón que, incluso en las revistas eróticas, el del
pubis se tapa siempre con un rectángulo negro.
Hasta hace muy poco, y siguiendo la tradición hinduísta, las niñas podían ser obligadas a
casarse a partir de los nueve meses después de la pubertad, es decir, a los ocho o nueve años.
Esta forma de matrimonio resultaba un cruel infanticidio, como lo confirma el censo oficial del
gobierno británico en la India realizado en 1921, donde se registraron 3.200.000 jóvenes muertas durante el año anterior a causa de las brutalidades sexuales a las que fueron sometidas por sus propios esposos.

La palabra fornicar deriva del latín fornice, que significa curvatura interior de un arco, ya que
bajo las bóvedas de los puentes y callejones era donde se podían alquilar los servicios de las
prostitutas romanas.

Las mujeres arapesh de Nueva Guinea nunca sienten dolores menstruales. Al parecer, esto se
debe a que permanecen horas sentadas en un trozo de corteza de árbol húmeda; el frío y las or- tigas con las que se rozan involuntariamente anulan la sensación de dolor.

Las madres de la tribu pondos de Sudáfrica están deseosas de que sus hijos se casen con
tantas mujeres como les sea posible, ya que las recién casadas pasan a ser auténticas esclavas
de la suegra.

En los harenes sudaneses, tras la pérdida de la virginidad de las concubinas a manos de los
amos, éstos, para ponerlas a salvo de los instintos de los eunucos - que conservaban su órgano
reproductor -, les colocaban en el interior de la vagina una vara de bambú de 30 centímetros que se sujetaba con correas a las piernas de la mujer.


En la antigua Grecia, las mujeres no comían con sus maridos, sino que permanecían recluidas
en el gineceo, habitación para mujeres que estaba situada en la parte posterior de la viviendo.
Las únicas mujeres que podían sentarse a la mesa de los varones eran las hetairas, cortesanas
de alto nivel.

Una ley de Maryland, EE UU, del año 1634 obligaba a las mujeres viudas que habían heredado
propiedades de sus maridos a casarse en un plazo máximo de seis años. Si no lo hacían, perdían
sus pertenencias, que pasaban al pariente masculino más cercano.

Durante algún tiempo la virginidad de la mujer estaba mal vista y se consideraba incluso
peligrosa para la salud del marido. Por este motivo, en algunos partes de Oriente, los hombres
ricos preferían desflorar a la novia con una barra de hierro o dejar ese trabajo sucio para un
esclavo.

Las mujeres karo-batak, de Sumatra, se introducen en la vagina una bola de opio como método
anticonceptivo.

Para saber si el futuro bebé era niño o niña, los antiguos egipcios hacían orinar a la mujer en
trigo y cebada. Si el trigo crecía más rápido que la cebada, el fruto sería un varón, y viceversa.

El sensual movimiento de caderas que efectúan las mujeres al andar se debe más a razones
fisiológicas que estéticas. Las mujeres tienen la pelvis más ancha que los hombres, debido al
canal del parto; es esta mayor anchura de su cadera lo que hace que tengan que girar más en
cada paso.

Más del 70% de la población mundial era polígama hasta que la cristiandad impuso sus modos
de vida.

Curiosidades Sexuales Históricas

Artistas de boquilla:
algunas mujeres egipcias, no siempre prostitutas, estaban especializadas en la felación. Eran conocidas como felatrices. Cleopatra fue una de las más famosas felatrices del Mundo Antiguo, pues complació oralmente a más de un millar de varones.

Así no hay quien entre:
uno de los métodos anticonceptivos más curiosos descritos en uno de los papiros médicos hallados en Kahún consistía en embadurnar a conciencia el sexo de la mujer con una solución viscosa confeccionada con estiércol de cocodrilo.

Un gusto morboso:
no pocos egipcios sentían una perversa atracción sexual por los cuerpos sin vida. Es por ello por lo que los familiares de una joven o una mujer bella, para evitar actos de necrofilia, nunca entregaban el cadáver a los embalsamadores hasta que pasaban varios días y empezaba a tener un aspecto nauseabundo

¡Y un rábano!:
Con el paso del tiempo los castigos por adulterio en la Antigua Grecia se suavizaron. En éstos, la punición del hombre consistía en insertarle un rábano por el ano y depilarle las posaderas. En otros la infiel se exhibía atada a una columna en el ágora y después se la paseaba de la manera más humillante a lomos de un burro.

“Piercing” preventivo:
los romanos celosos hacían que se les insertara un enorme pasador o una anilla en el prepucio de los esclavos, para impedir que tuvieran relaciones sexuales con el ama, sus hijas y otras esclavas.

Un verdugo servicial:
para no violar el mandamiento que impedía la ejecución de mujeres vírgenes, Tiberio ordenó que antes fuesen violadas por el verdugo.